> La Vereda De Los Descalzos: Dónde esta Pomo?

martes, febrero 20, 2007

Dónde esta Pomo?

Para los que preguntaron por Pomo Lorenzo, participó luego en numerosos discos: Pedro Aznar (1982), Mondo di cromo (1983), Contemplación ( de Aznar 1983), Puertos ( de M. Rosa Yorio de 1986), Euforia (1996 de F. Páez) y Mivida con ellas ( también de Fito en el 2004).
Mientras encuentro algo más actual, acá va una nota que publicó el diario Clarín en el 97:

Héctor Lorenzo Barros vive en Madrid y cada tanto regresa a su país natal, la Argentina, en donde miles de personas lo aplauden cada una de sus noches de trabajo. La escena cobra sentido si se aclara que don Héctor, 47 espléndidos años, es mucho más conocido por un apodo que viene de la secundaria, Pomo, y que su profesión es la de músico, más precisamente, baterista. En sus manos ha descansado el ritmo de grupos como Los Abuelos de la Nada (primera formación), Pappos Blues, Invisible, Spinetta Jade, Sr. Zutano, y la banda de Pedro Aznar. En 1986 se radicó en España y regresó solamente a trabajar con Fito Páez en primera instancia. El lunes volvió a España tras una exitosa gira como baterista de Andrés Calamaro, llevándose en sus oídos la más maravillosa música: la del público argentino.
¿Por qué te dicen Pomo?
El nombre lo hice yo de alguna manera. Es un seudónimo sin trascendencia que yo tenía en la barra de la esquina cuando íbamos a bailar a Embassy, año 1965, o a discotecas del centro donde tocaban Los Mockers o Los Shakers. Eramos una barra muy potente: El Francés, El Pistola, Pappo y Pomo. Mientras tanto yo tocaba la batería en casa, acompañando discos, y pensaba que si me podía dedicar al instrumento iba a tratar de que trascendiera mi seudónimo y no mi nombre. Por suerte, se me dio.
¿Estudiaste batería?
No, soy completamente autodidacto. Primero me armé una batería con sillas y tocaba con un amigo. Este mismo pibe tenía un grupo que actuaba en casamientos y bailes de carnaval, pero su baterista faltaba seguido porque andaba siempre con chicas. Entonces me llamó a mí; yo tocaba parado con un redoblante y un platillo, vestido con un saquito de luces.
¿Cómo te incorporás al rock nacional?
Por medio de Pappo, que vivía cerca. Los dos somos fanáticos de los autos y de la música. En 1968, conocí al resto del circo: Pipo Lernoud, Miguel Abuelo, Javier Martínez. Yo me incorporé a Los Abuelos de la Nada, una banda bastante anárquica, porque todos estábamos locos y llenos de pastillas hasta las orejas. Llegamos a grabar un simple, Diana divaga y dejamos un LP inconcluso: debe haber seis temas inéditos en el archivo de CBS (hoy Sony). En el 70 nos fuimos a Europa con Luis (Spinetta), yo volví más tarde y él estaba con Pescado Rabioso, así que me sumé a Pappos Blues, donde conocí a Machi, y después los dos terminamos con Luis en Invisible.
¿Por qué te fuiste a vivir a Madrid?
Yo ya había hecho mi trabajo con la gente que me interesaba y no tenía más ofertas. Eso fue en 1986, y ante la falta de horizontes fui a probar suerte a Madrid y terminé quedándome. En 1990 conseguí un contrato con la Televisión Española y quedé a cargo de la banda de un programa que iba a recibir a todos los artistas estadounidenses y europeos. Me di gustos bárbaros acompañando a gente como Liza Minnelli, Grace Jones, Shirley Mc Laine. En 1994 volví a la Argentina porque murió mi viejo y, por esas vueltas de la vida, terminé pasando fin de año con Fito Páez y después me incorporé a su banda.
¿Sos un todo terreno?
(Se ríe.) A esta altura del partido, creo que sí. Me considero un gran luchador y me parece que tengo cierto resto, más después de haber pasado la gira de Páez, que fueron dos años y medio de un nivel muy alto, que te requiere mucha concentración, humor y un resto físico muy grande para poder hacer tantos shows. La gira con Calamaro también fue bastante exigente y placentera.
¿Volverías a vivir en Buenos Aires?
Creo que no. No me llevo bien con esta ciudad; me cuesta mucho. No termino de encajar: nunca te podés comunicar con nadie. Buenos Aires está siempre lleno de contestadores, de teléfonos celulares, pero nunca hay nadie. Lo de siempre: la gente no se ve. En Buenos Aires, envejezco prematuramente. Prefiero ir y volver cada tanto.
Fuente: Diario Clarín 24/12/1997
Si consigo algo más lo publico

No hay comentarios.: